A lo largo de la existencia humana, las personas han luchado contra la sordera o la dificultad auditiva. Hoy en día, alrededor del 11,3% de los españoles experimentan pérdida auditiva en ambos oídos. Afortunadamente, la tecnología para corregir deficiencias en la audición nunca han sido mejor, sin embargo, para solucionar estos problemas, la humanidad ha tenido que redoblar la imaginación y, sobre todo, la innovación desde tiempos inmemoriales.
Y al contrario de lo que se pueda pensar, los audífonos no datan del siglo pasado, sino de muchísimo antes. De manera que explorar los orígenes y la evolución de los audífonos nos ayuda a apreciar las maravillas de la tecnología moderna.
A continuación en este post describiremos brevemente cómo ha sido la evolución de los audífonos durante la historia de la humanidad.
Uso de conchas marinas y cuernos de animales
Mucho antes de beneficiarse de todos los avances de la tecnología, la humanidad utilizó por primera vez lo que la naturaleza le ofrecía. Se sabe que, en la antigüedad, los griegos utilizaban conchas marinas para aumentar sus percepciones auditivas. Una forma ingeniosa, y mucho más eficiente, de reemplazar la mano detrás de la oreja.
En la Edad Media, los cuernos de animales reemplazaron rápidamente a las conchas, que eran mucho menos fáciles de encontrar. Luego se crearon objetos más inusuales como la elipsis ótica y el tubus cochleatus que un Athanasius Kircher, un genio investigador e inventor, creó en el siglo XVII.
Son todos estos pequeños pasos los que, tomados en conjunto, impulsaron la investigación del cirujano francés Claude-Nicolas Le Cat y le permitieron desarrollar el primer audífono de la historia: la bocina acústica.
La aparición del primer audífono
El mundo de los audífonos intentó surgir en el siglo XIX, pero a principios del siglo XX fue que avanzó poco a poco, experimentando un gran impulso en la década de 1930 con la llegada del primer audífono portátil en 1938. Hablamos de un pequeño auricular conectado por cable a un amplificador receptor y un paquete de baterías que el usuario utilizaría, consolidándose como el primer dispositivo en el mundo dedicado a los trastornos auditivos.
La empresa Bell Telephone Laboratories, sin embargo, también mejoró significativamente las herramientas disponibles para los audioprotesistas al inventar el transistor de germanio (1948). En 1950, los transistores se utilizaron para crear audífonos que podían caber en la parte de la sien de un par de anteojos. Los llamados “anteojos para oír” se consideraban menos molestos que otras tecnologías disponibles y se popularizaron ampliamente.
Gracias a esta nueva tecnología se dio origen al primer dispositivo “detrás de la oreja” creado por la empresa Acousticon en 1952, mucho más pequeño que otros tipos de audífonos.
Audífonos invisibles
A finales de la década de 1970, los avances tecnológicos fueron tales que ahora los audífonos comenzaban a instalarse en la punta de la oreja, e incluso en la cubierta de la oreja. La personalización hizo su aparición con el nacimiento de los primeros audífonos intrauriculares.
Los fabricantes ahora pretenden hacer que la prótesis sea invisible al insertarla completamente en el canal auditivo. Los años 90’ marcaron una nueva revolución con el surgimiento de la tecnología digital. La evolución de los audífonos, esta vez, no se hará tanto en la forma y tamaño, sino en sus propiedades tecnológicas y su rendimiento. Además de reproducir sonidos de alta calidad, los audífonos de nueva generación ofrecen una comodidad auditiva inigualable.
Podemos decir que los audífonos actualmente son comparables a las microcomputadoras. Eso sí, la conectividad (Wi-Fi, Bluetooth…) es el nuevo reto al que se enfrentan los especialistas e investigadores. Y es que ahora interactúan con las herramientas digitales (ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes, etc.) presentes en el entorno.
Tecnología de última generación en audífonos
En la actualidad, la tecnología digital es la última etapa en la evolución de los audífonos. Los últimos dispositivos se pueden ajustar con precisión a las necesidades únicas de cada persona, también reducen la distorsión que era problemática en muchos modelos analógicos.
Ahora, los audífonos digitales representan la mayor parte del mercado. Son, de hecho, tan sensibles que pueden captar ruido de fondo adicional que puede distraer. Los últimos modelos, por tanto, tienen algoritmos incorporados para capturar y eliminar ese ruido de fondo, mejorando aún más la calidad del sonido.
Otras funciones, como la escucha direccional, permiten que los audífonos capturen solo los sonidos que deseamos escuchar. Con estas tecnologías novedosas, los audífonos actuales son significativamente mejores para reproducir los sonidos naturales del entorno.
Conclusiones
La evolución de los audífonos es muy interesante, ya que sus origines se remontan a miles de años atrás. Si bien su primer ejemplar apareció en el siglo XX, la humanidad llevaba muchísimo tiempo ofreciendo otras soluciones (hasta primitivas) para tratar los problemas auditivos.
En el siglo XIX, por ejemplo, la tecnología disponible era solo acústica, lo que significa que se basaba en dispositivos mecánicos para amplificar las ondas de sonido. Las trompetas para los oídos, incluso, eran dispositivos muy populares para ayudar a la audición.
Sin embargo, inspirados por la invención del teléfono, varios inventores del siglo XIX buscaron crear dispositivos de amplificación auditiva. El inventor estadounidense Thomas Edison experimentó con un transmisor especial que podía aumentar la señal eléctrica en un teléfono, pero los resultados fueron débiles y no particularmente útiles para las personas con discapacidad auditiva.
Actualmente, las perspectivas de desarrollo y conexión son inmensas y apuntan a importantes innovaciones en los próximos años. Sin mencionar que los audífonos actuales son casi imperceptibles al ojo humano.
Soy audioprotesista desde el año 1993 y llevo copilotando Audiotek junto a mi amigo y socio Sergio Martínez desde 2005. Años estos, en los que mi prioridad ha sido que todos nosotros nos sintamos con ilusión por el trabajo bien hecho, porque cuando ofreces todos los recursos de los que dispones, el paciente lo agradece y es entonces cuando como profesionales sabemos que lo estamos haciendo bien.
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